En un país muy lejano vivía una princesa muy lista
llamada Blancanieves con su padrastro el rey. Este era demasiado presumido y se
pasaba todo el día mirándose en el espejo.
El rey siempre le decía a Blancanieves
que la gente fea era peor que los guapos. Entonces un día Blancanieves
cansada de oir eso se enfadó y decidió marcharse del castillo. Se fue al bosque
donde vivían sus 7 amigos: Sabia, Gruñón, Mocosa, Tímida, Mudito,
Dormilón y Feliz. La princesa les contó lo que le había pasado con el rey y les
pidió el favor de poder quedarse allí con ellos.
Los 7 hermanos después de hablarlo un
rato, llegaron a un acuerdo:
-Está bien, puedes quedarte con
nosotros, pero… deberás ayudarnos en casa y venir a trabajar al hospital de
animales - dijo Sabio.
-¡Qué bien! Ahora somos uno más.
Repartir el trabajo nos va a costar mucho menos - dijo Feliz.
-Feliz, primero deberá responder a lo
que le hemos propuesto- comento Gruñón.
Blancanieves, con una sonrisa en la
cara respondió:
-¡Claro que quiero! Me parece un trato
estupendo. Además a mi me encanta ayudar a los demás, creo que voy a poder
aportar mucho en vuestro hospital.
Todos celebraron una fiesta de
bienvenida y lo pasaron genial, escucharon música, bailaron mucho,
comieron cosas muy ricas y se fueron a dormir porque mañana sería un día duro.
A la mañana siguiente, todos se
levantaron, prepararon el desayuno y se marcharon al trabajo. Ese día
acudieron al hospital muchísimos animales heridos.
Los amigos de Blancanieves estaban muy
contentos al tener su ayuda en casa y en el hospital del bosque. Ella
también se sentía muy a gusto con los 7 hermanos por lo que decidió quedarse
con ellos para siempre y vivieron todos juntos felices y ayudaron a
muchísimos animales.
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